Es pasión olvidada el dolor amargo que tu alma designó en mi apenado destino, que una vez habiendo perdido el rumbo de un amor truncado y sin existir vuelta atrás cuando el dulce beso de la muerte quiso cobijarme en su lecho opté por abandonar la lucha la cual no me llevaría a nada. Dijiste todo sin haber dicho nada, me besaste sin acercar tus labios y en el último suspiro de la tarde prendiste fuego a mi atormentada alma desconociendo si las cenizas acabarían en el rincón del olvido o si por el contrario fuesen la sentencia que jamás quisiste reconocer.